lunes, 17 de abril de 2017

Las caretas.

¿Sabes de lo que hablo? Esa fachada, esa falsedad que muestra a las personas como no son. Que muestran a alguien que pretende ser igual a los demás sólo para encajar. ¿Ya te va sonando? Al fin y al cabo todo el mundo tiene una. A veces son más grandes para tapar más, o más pequeñas para tapar alguna parte en particular. Sirven para tapar todo lo que tú quieras. Pero, ¿Por qué las usamos? Es decir, incluso yo tenía una enorme que se ha ido haciendo pequeña. Yo pienso que usamos caretas por distintas razones. Algunos lo hacen para ser aceptados, otros para que no vean sus inseguridades y miedos. En algunas ocasiones se usan para tapar heridas que no quieres que nadie vea. Pero la razón, el núcleo, es siempre el miedo. Miedo a quedarnos solos, miedo a ser diferentes, miedo a no encajar. Pero dime, ¿vale realmente la pena? Es como vivir por y para los demás. Y todo porque en la gran mayoría de situaciones la diversidad no está bien vista. La gente suele juzgar lo que ve a simple vista. Lo que hay exteriormente. Si tienes un buen exterior rara vez se fijarán en tu verdadero yo, en tu interior, en como eres en realidad. Y es ahí cuando las caretas hacen un magnífico trabajo.
Lo que yo no entiendo es el por qué de todo esto. El por qué no gusta la diversidad. El por qué la gente se empeña en pensar que el valor de alguien se puede juzgar a simple vista. El por qué no vemos más allá y tenemos la costumbre de juzgarlo todo por lo que no es. El por qué importan más los gustos, el color de piel, el apellido, la nacionalidad o la forma física en general. Si hay dos personas del mismo sexo besándose en medio de la calle, inmediatamente la gente piensa que es algo raro, ya que no suele ocurrir (y eso en el mejor de los casos). En vez de eso deberíamos ver simplemente dos personas que se aman, porque es eso exactamente. Pero no, nuestros prejuicios siempre van por delante. Hay algo que me toca mucho las narices, y es esa superficialidad misma. Me gustaría hacer entender a todo el mundo mi propio punto de vista. Y es que el valor de una persona reside en lo que siente, piensa y hace. Lo que debería importar es la autenticidad, lo que hace que una persona sea única. Porque estamos en un mundo lleno de diversidad, y eso es exactamente lo que hace de éste un lugar hermoso. Si las personas nos preocupáramos más de ser nosotras mismas, de querernos, de mejorarnos, de superarnos, y un largo etcétera, el mundo sería "vive y deja vivir". Por eso me parecen estúpidas las caretas. Yo me estoy deshaciendo de la mía poco a poco porque, seré sincera, no me ha servido de absolutamente nada. He acabado comprendiendo que hay demasiada gente igual y yo no quiero formar parte de ese rebaño. Lo único que te trae es dolor y nada más. Es mejor que seas feliz siendo tú mismo/a , a ser infeliz con la careta. Es mejor que te acepten tal y como eres, aunque sean pocas personas, pero que te quieran de verdad. Es mejor eso a pretender ser alguien que no eres y no poder tener ni tu propio amor.

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